miércoles, 29 de julio de 2009

Échense a la derecha, y apaguen el motor…

Nos ha parado un caballito…
¿Recordáis que el otro día os contaba de los “caballitos”, los guardias de tránsito (tráfico), que van en moto…? Pues esta noche… nos ha parado uno, porque nos hemos saltado un semáforo…

Ya estábamos tan tranquilos, empezando a relajarnos y tranquilizarnos un poco, recién duchaditos… cuando llamó el P. Luis… nos invitaba a salir a cenar, y distraernos un poco después de este día bastante intenso…
Y, ¿por qué será?, aceptamos inmediatamente… Nos pusimos guapos, ea, hicimos lo que pudimos… y en marcha…

Como “estamos en 26”… resulta que el malecón está cortado, porque hay varias fiestas, conciertos, etc. (buscad en Internet, se trata de una fiesta grande, son tres días de fiesta…).
Aunque nos desviaron, llegamos sin mayores complicaciones.

Ya el P. Luis nos esperaba con el tenedor en la mano… y salimos hacia la pizzería (peculiar pizzería, Fr. Carlito dice que en Brasil esa iluminación de la entrada –fluorescentes de colores-, no indicaría precisamente una pizzería…). Total, que nos dimos a la pizza…
No es la primera vez que nos invita el P. Luis, ni será la última… (no es una amenaza). Estaban ricas.
Y después de las pizzas nos acercamos a visitar a una familia de la comunidad. Siempre contentos que recibirnos, podéis imaginar la alegría. Un café, un ratito de charla, y mucho cariño en ese hogar. Fijaos cómo será la cosa que cuando queremos marcharnos, el niño pequeño –lo hace siempre que les visitamos- coge la llave de la puerta principal, y la esconde… al final le convencimos de que nos dejara marchar…
Y ya, otra vez el carro, y de vuelta a casa. El P. Luis intenta indicarnos para regresar evitando la zona del malecón, que entre los cortes por la fiesta, y la aglomeración de gente… “No te preocupes… nosotros preguntamos…” Bien. Íbamos por buen camino, y al llegar a una encrucijada… poca iluminación, semáforos por aquí, semáforos por allí… una luz verde que se enciende… dando paso hacia la izquierda… y nosotros que nos ponemos en marcha… al frente… y según avanzamos nos vamos dando cuenta del error, ponemos cuidado, no viene nadie por izquierda, ni por la derecha… no hay peligro… sigamos adelante… hasta que la sirena de una moto de policía nos avisa… ¡nos han cazado!
Efectivamente… el “caballito”, o policía de tránsito… “Échense a la derecha, y apaguen el motor…”.
“Era verde para la izquierda, no para ustedes…” “Es verdad, Sr. Agente, la luz nos confundió, y nos dimos cuenta sobre la marcha…” “Precaución… precaución… precaución…” “Lo sentimos, Sr. Agente, es verdad… nos dimos cuenta tarde, pero íbamos mirando que no viniese nadie…” “Precaución… precaución… Sigan adelante, disculpen las molestias…” “Muchas gracia, Sr. Agente…”

“¡Mi corazón!” gritaba Fr. Carlito… “¿hacia dónde vamos?…” “Da igual, tu sigue adelante…” “¡Ay, mi corazón…”
Al final, sin cometer más infracciones, hemos llegado a casa, sorteando los cortes y desvíos por motivo de las fiestas del 26 de julio.
Al llegar a casa hemos llamado al P. Luis, para informarle de que habíamos llegado, y contarle nuestras últimas aventuras… “Qué suerte habéis tenido… porque siempre que paran los guardias es para poner una multa…”
Hay varias teorías acerca del porqué nos hemos librado: bien porque el guardia no estaba con ganas de líos; bien porque ha visto la matrícula, que es de color naranja, e identifica a personal extranjero, prensa internacional, Iglesia, técnicos extranjeros… y no ha querido complicarse la vida; bien porque nos ha visto educados, hemos reconocido nuestro error, etc.; o bien, la teoría con más fuerza…, ¿recordáis que nos habíamos puesto guapos? Ea, lo mismo ha surtido efecto… Aunque lo más probable es que haya sino una pura y sencilla casualidad.

Ya en casa… “¿Cómo está tu corazón?” “Se ha parado”
Yo todavía ahora, casi una hora después… sigo nervioso…
Gracias a Dios ha sido una aventura tonta. Nada más por hoy. Ya es tarde, están poniendo en la tele "Espartaco", la de toda la vida... y la estamos viendo con devoción... Sed buenos.